- 16 puerros medianos.
- 16 lonchas finas de jamón ibérico.
- 8 cucharadas de aceite de oliva virgen extra.
- 2 cucharadas de vinagre de sidra o de Jerez.
- Pimienta recién molida.
- Agua, perejil picado y sal.

Se quitan las barbas (conviene dejar parte de la dureza para que al cocerlos no se descalabren) a los puerros y se elimina
la parte verde, que puede guardarse para hacer un caldo o cocinar una salsa. Se les retira la primera capa; si está fea, se
lavan con agua para eliminar todos los restos de tierra e impurezas que pudieran tener adheridos y se parten en trozos de
unos ocho o diez centímetros de largo.

Se pone abundante agua salada a hervir, se sumergen los puerros y se cuecen a pequeños borbotones para que no se rompan, destapados,
al menos 15 o 20 minutos, hasta que estén tiernos y se atraviesen sin dificultad con el filo de un cuchillo.

Entonces se escurren y se dejan enfriar. Cuidado con cocerlos en exceso, puesto que la gracia es que estén un poco tersos.
Para que no se pasen de punto y queden bonitos de color, hay que escurrirlos y sumergirlos en un baño de agua helada salada,
con unos cubos de hielo.

Se dejan unos minutos hasta que se enfríen y rápidamente se retiran a un papel secante, sobre un plato, para que se escurran
del todo.
Se colocan en una bandeja o bol y se rocían con una vinagreta hecha en un plato hondo, mezclando con las púas de un tenedor
el vinagre con la sal y la pimienta molida, el perejil y el aceite de oliva. Se les da unas vueltas en esta salsa para que
se empapen bien y, antes de servir, se colocan por encima las lonchas finas de jamón.
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